Cuando estaba en la universidad, viví como "estudihambre".
En los recesos veía a mis compañeros bajar a la cafetería y adquirir un montón de cosas que a mi se me antojaban pero no podía comprar: galletas, papitas, pan dulce, etc. Yo no podía darme esos pequeños "lujos". Era de las que llevaba en mi bolsa puras monedas y sabía exactamente hasta el último centavo que tenía. (Recuerdo que en ese entonces, el camión costaba 50 centavos a los estudiantes). Mi desayuno consistía en una manzana. A veces picada, a veces entera. La mayoría de las veces picada y con yoghurt.
Un día, mientras estaba en la cafetería esperando que unas amigas compraran su desayuno, estaba atacando sin piedad una manzana a mordidas, esperando satisfacer mi apetito antes de que ellas regresaran con sus cuernitos, galletas, hojaldras, o lo que fueran a "desayunar" ese día, para que no se me antojaran.
En eso, se me acercó un profesor y me dijo esta frase:
"An apple a day keeps the doctor away".
(Tuvo que repetírmela dos veces, porque al principio no me cayó el veinte de que estaba hablando en inglés y no le entendí).
Desde entonces me sentí muy orgullosa de mi manzana.
jueves, 7 de febrero de 2008
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