Mencioné abajo a mi mejor amiga de segundo de primaria, Laura Toledo Parra. El destino nos separó cuando mis papás me enviaron a una escuela privada para terminar la primaria, pero nos volvió a unir cuando coincidimos en la prepa. Sin embargo, a pesar de llevarnos muy bien, no tuvimos una relación tan cercana como cuando fuimos niñas.
Recuerdo que me encantaba ir a su casa por las tardes, a jugar con nuestras Barbies. Ella vivía en la calle de Lerdo, y tenía una colección enooooorme de ropa, y yo aportaba un coche y una sala. Nos pasábamos horas vistiendo a las muñecas, acomodando "la casita" y desarrollando "el guión" (aquí va a pasar esto, aquí va a pasar lo otro), pero cuando teníamos todo listo ya era hora de irme. Sin embargo, el tiempo no había pasado en balde. ¡Yo siempre lo disfruté muchísimo!
Algo que me nunca se me va a olvidar es que en casa de Laura comían galletas saladas con mermelada (¡!). Nunca me animé ni siquiera a probarlas.
A la mamá de Laura le gustaba contar que cuando le preparaba a su hija el sandwich para la escuela, la niña le decía: "Mami, cortale las orillas al pan porque a Myra no le gustan".
No crean que yo era una abusiva... ella me daba la mitad de su sandwich y yo le compartía de mi limonada fría. Sí, ¡fría!. En ese entonces todos llevaban cantimplora, y tener un termo era un lujo que pocos en la escuela disfrutaban. Laura y yo desayunábamos en el recreo abajo de las gradas, medio sandwich de jamón cada una, y nos quitábamos el calor con una tapa de refrescante limonada. Glup Glup.... ¡AHHHHHH!
viernes, 7 de marzo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario